El principio de la privacidad

El principio de la privacidad

Hace dos años escribía el post “El fin de la privacidad” analizando el caso de Amanda Todd. Hoy me inspira volver a escribir sobre el tema el Celebgate o Fappening (clic acá si no sabes lo que es) que sigue dando que hablar. Recientemente Jennifer Lawrence salió a decir que para ella más que una filtración de información privada, era una violación física.

 


Al margen de su opinión y para mi, desgraciada comparación, y al margen de la legalidad del asunto (a saber, cuanta culpa tiene iCloud, Google, o quien sea en todo esto), es necesario que Jennifer y todos entendamos que cosas como estas suceden ante todo por nuestra propia culpa ya que es nuestra responsabilidad el uso que hagamos de Internet, sus servicios, y la tecnología en general.

Mi percepción me dice que hay en el aire un síntoma social a nivel mundial que no entiende de privacidad. Es decir, me pasa de saber cosas de la gente que no debería por qué estar enterándome, no me interesan y tampoco yo las compartiría si se tratara de mi persona. Y no lo digo solo por lo que escucho en la radio o veo en la televisión sobre algún famoso, tampoco con las cosas que me encuentro en Internet sobre desconocidos, si no por lo que sé y me cuentan mis conocidos y el total de información que sé sobre mi entorno.

Creo que ese es el punto, no es una plataforma la que devela la privacidad de una sociedad, es la sociedad misma. Lo publico hoy por hoy es pro, es cool, vende.

Intereses en juego

Desde que a Internet la crean los usuarios (Web 2.0), la privacidad de las personas ya nunca volvió a ser lo mismo. Como en el mundo real, al existir interacciones y comunicación entre personas Internet se complejizó y mucho. Atrás de la cantidad enorme de datos e información que los usuarios mueven por segundo en la red hay mucha gente interesada. Es que, de hecho, todos estamos interesados en la información por eso también ademas de ser usuarios activos también somos pasivos, y revisamos los perfiles de quien fuera en donde fuera. Y cuando hablamos de la desnudes de una famosa el interés se multiplica y se propaga más rápidamente.

Las empresas que brindan un espacio en Internet para que el usuario se exprese también tienen su interés y eso hay que entenderlo. Facebook no deja compartir fotos en su red social porque Mark Zuckeberg es bueno y quiere hacerle un favor al mundo. Se trata de un negocio inmenso que a la gran mayoría de nosotros nos es imposible dimensionar y entender. Cuando Google te pide que uses su navegador en vez de otro y te dice que inicies sesión para una mejor experiencia, no es porque Larry Page es infinitamente bondadoso ¿Se entiende el punto? Así cada sitio y servicio tiene una función pero también un interés. Se trata de negocios y del movimiento de una cantidad inmensa de información y dinero.

Por otro lado, existen algunos proyectos que se jactan de asegurar tu privacidad, de no mostrarte publicidad, de mantener seguros tus datos, y de no se cuantas cosas buenas más ¿Y adivinen que? Nadie los usa. Algunos ejemplos son App.net, Diaspora y más recientemente Ello. Ninguno le llega ni a los talones a los de siempre.

Entonces, o nos quejamos bien y dejamos de utilizar servicios que no nos convencen sus políticas o los usamos con responsabilidad. Porque además de sus intereses, a veces mal manejados, o el abuso de su poder, está la seguridad. Ni las grandes empresas como Apple pueden evitar un ataque que de como resultado el filtrado de datos privados de sus usuarios. Y el motivo de estos ataques es el mismo: esa información le interesa a alguien más.

Herramientas para lograr un mayor control hay, están a la mano, cada plataforma y dispositivo cuenta con sus opciones de configuración para garantizar privacidad. Ahora bien, hay dos factores que Internet NO puede controlar:

Vos

Vos, uno mismo, es el primer eslabón en todo esto y no al revés. Si el contenido que nosotros creamos, subimos y compartimos está limpio (léase nada comprometedor), todo lo que podría venir después (hackers, filtraciones, cambios en las políticas de los servicios, errores humanos) no nos afectaría, o por lo menos lo haría en menor medida o de otra forma.

Para tener control sobre esto debemos estar capacitados lo mejor posible sobre los dispositivos que utilizamos y los servicios a los que nos registramos: Entender como funcionan, saber nuestros derechos y obligaciones (¿Alguien lee los términos y condiciones?), configurar sus opciones desde el primer minuto y evitar equívocos o malos entendidos.

A partir de entonces sí podemos generar actividad y contenido, manteniendo nuestros propios perfiles porque en definitiva de eso se trata, así como nadie subiría a LinkedIn una foto comiendo un asado con la familia un domingo, tampoco debería estar en nuestra nube de almacenamiento fotos de desnudos, ni nuestros ni de nadie.

Partiendo de la base de que no queremos que el mundo se entere de contenido comprometedor (seguiré con el ejemplo de fotos de desnudos) podemos:

  • No sacarlas ni filmarnos
  • De hacerlo no permitir la sincronización a la nube de esos archivos.
  • De haber olvidado todo esto o de querer hacerlo igual, borrar los archivos rápidamente.
  • De querer compartir las imágenes de todas formas, utilizar un servicio acorde  (sabiendo que algo puede fallar y que ya no depende de nosotros). O imprimirlas y darlas en mano a la vieja usanza.

Resto del mundo

Pero de ese ultimo punto nace la segunda variable que Internet no controla. Los terceros. En el mismo momento en el que le estamos dando nuestra información y nuestros datos a un tercero, estamos sumando miles de nuevas variables que posibilitan que nuestra información llegue a todo el mundo sin nuestro consentimiento.

El principal problema de esto es que confundimos la afinidad y el afecto que le tenemos a la persona con la que compartimos nuestra información sensible, con el grado de educación informática y cuidado que puede llegar a tener esa persona para con esos datos. Si le pasamos a un amigo una foto que nos podría comprometer al hacerse publica, le estamos delegando la responsabilidad de que eso no suceda a él. Y si nuestro amigo no tiene idea de como protegerla, no le presta atención a este factor, o tiene un accidente (le roban su celular), los perjudicados seremos nosotros.

No es paranoia es realidad. Estoy cansado de ver casos de filtraciones (incluso muchas dentro de mi entorno que no son famosas) y de saber que la gente comparte fotos con contenido explicito a quien sea, o porque lo quiere y confía en el (su novio/a), o porque estaba borracho y no sabe lo que hacia, o simplemente por ignorar todo esto que escribo.

Y por si fuera poco los terceros también crean y comparten su propio contenido en el cual podemos aparecer nosotros. Daré un ejemplo de lo más común: Alguien (puede ser un amigo, un conocido o un extraño) se pone a sacar fotos en plena fiesta a las 6 de la mañana, en la cual por supuesto siendo parte de la fiesta aparecemos en algunas y en un estado o situación que no querríamos que lo vea todo el mundo. Esta persona al día siguiente sube todas las fotos a su perfil de Facebook (de forma publica) y ademas nos etiqueta. También sube algunas a Instagram (por defecto publicas) y un video “divertido” a Twitter (por defecto publico). Así es como sin quererlo y por el simple hecho de formar parte de un evento social, estamos en Internet disponibles para todo el mundo y sin poder tener el control.

Conclusión

Creo que con estos ejemplos se puede ver como la privacidad ya no es algo controlable. Es el fin de la privacidad como la conocíamos y el principio de una nueva, con nuevos principios para la privacidad global.

Hay que tomar conciencia de nuestra presencia en Internet, cada perfil creado, cada estado compartido, cada foto subida, cada paso que damos hace de nuestra imagen en Internet. Debemos cuidarla y debemos compartir lo que queramos transmitir verdaderamente.

Hasta que los gobiernos nos garanticen la privacidad en Internet y los servicios se adecuen a esa premisa de forma realista y efectiva, no nos queda otra que crear nuestra parecencia sin nada que ocultar, o atenerse a las consecuencias, sabiendo que si algo falla y nos equivocamos no hay vuelta atrás: Internet es el mundo entero y es eterno.

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